“La danza clásica ha sido mi primer amor y el eje en toda mi vida”
Mónica Fierro
Mónica es un libro abierto igual que las obras que interviene y a las que da volumen con flores y mujeres. Es vital y tenaz pero, sobre todo, es una artista que transmite agradecimiento por dedicarse a lo que más le gusta y mostrar sus creaciones como otra forma de comunicarse con el mundo.
Naciste en Córdoba…
Sí, pero me vine a Buenos Aires a los 17 porque empecé a estudiar ballet en el Teatro Colón y después seguí con Olga Ferri y Wasil Tupin.
¿Qué significa para ti la danza? ¿Cómo ha influido en tu obra?
La danza clásica ha sido mi primer amor y el eje en toda mi vida. Creo que gracias a ella me he convertido en la artista que soy hoy porque, además de talento, se necesita disciplina y perseverancia. En mis obras siempre busco el equilibrio, luego puede interesarte o no lo que ves, pero lo importante para mí es que no moleste al ojo. Eso ha marcado de una manera muy particular mi obra.
¿Cuáles son tus referentes en el baile?
Sigo a Marianela Núñez como la gran figura de Argentina, aunque está en Londres. A Paloma Herrera, también. Luego a bailarines que me interesan por su calidad interpretativa, más allá de la técnica, si no hay pasión…
¿Por qué elegiste el papel para dar forma a tu obra?
Lo uso como si fuera una tela. Todo empezó porque me mudé con mi marido y mis hijos a Holanda y después a Inglaterra. Quería mejorar el inglés y compré literatura liviana, pero cuando volvimos a Argentina tenía una cantidad de libros y pensé “¿qué hago con ellos?” Como yo venía del textil, hacía mucho tiempo que bordaba, confeccionaba ropa para mí y mis amigas, entonces lo del bordado a mano me pareció interesante junto con los pliegues que empecé a hacerles a los libros. Así fue cómo empezó todo y cómo mis libros intervenidos se convirtieron en escenarios donde ocurren historias.
¿Qué mensaje te gustaría dejar a la gente?
Yo no empecé en esto de muy chica sino hace unos quince años. A veces las cosas pasan así, no surgen de la misma forma para todos, pero cuando llegan, en mi caso el arte, ha venido a llenarme. Me gustaría que la gente no piense “soy grande para hacer esto o lo otro” sino que recuerde que no importa la edad, aunque el contexto lamentablemente no ayuda, a veces.
¿Qué temas sociales te preocupan?
Creo que mucha gente, muchas mujeres podrían hacer cosas, desarrollarse y tener oportunidades de estudiar, de progresar. La cuestión de la educación es vital para esto y siento que aquí lo que avanzamos, luego lo retrocedemos, las condiciones son complejas.
¿Cuál fue el momento en el que decidiste dedicarte a esto de lleno?
Cuando me presenté a la Bienal del Museo Eduardo Sívori en el 2009. Es un premio de arte textil a nivel nacional. Era la primera vez que me presentaba y terminé ganando el Primer Premio Adquisición que consiste en más allá del honor del mismo, en una pensión vitalicia. Es muy bueno que desde el Estado reconozcan nuestro trabajo y da oportunidad a seguir con ello.
¿De qué están hechos tus libros?
Hilo, aguja y después les incorporo personajes. Mujeres entre pájaros y flores, pero mujeres fuertes, divertidas, que andan solas si tienen que hacerlo ¡Que no le temen a casi nada! También llega el momento en que ya desaparece el libro como tal y comienzo a enrollar tiras, acá ya hay otras historias que contar.
¿A qué mujeres vivas o muertas admiras?
Una gran bailarina inglesa, Margot Fonteyn porque seguía más allá de la edad, llegó a bailar con Rudolf Nureyev cuando él era muy joven. También a una tía mía tucumana, gran artista en los sesenta, la Beba Fierro. Otra tía, la tía Mari, fue una gran bordadora. Mi abuela, por parte de madre, me enseñó a tejer, era muy exquisita en sus diseños. Luego mis padres también por la libertad que nos dieron a mí y a mis hermanos para dejarnos asistir a talleres de lo que se nos ocurriera. Y a la artista textil Tana Sachs que fue una de las pioneras en Argentina y gran ejemplo para mí. Otra artista que admiro es Simone Pheulpin, francesa, trabaja con telas de descarte.
¿Qué te define cómo mujer?
Creo que ese poder de crear si tapujos, esa libertad de la que hablábamos.
¿A qué jugabas de niña?
Me encantaba disfrazarme con ropa que me hacía yo y bailaba con ella. En el colegio participaba en teatro, danza, concurso de artes plásticas, coro…hasta me dieron un premio de la Revista Billiken (Editorial Atlántida) por un dibujo que había coloreado. En los veranos, con mi prima, íbamos a nadar a un club, a ella le gustaba mucho leer y yo tejía, bordaba, era lindo estar juntas, cada una haciendo lo que le gustaba.
¿Qué imaginabas que serías de mayor?
Soñaba con mostrar mi producción de lo que fuera. Los muñecos que hacía de chica y luego vendía me hacían pensar «cuando sea grande los voy a vender en otros lugares”. Quería tener mi casa de ropa hecha a mano con telas encontradas, tejidos a mano. La decoración de casas también me fascinaba, buscar detalles para que se convirtieran en hogar.
¿Qué llega primero en el proceso creativo el contenido o la forma?
Soy intuitiva, juego mucho. Empiezo a recortar, plegar. Me gusta mucho salir a caminar y, cuando llevo un rato, se me ocurren cosas. Luego las pruebo y eso es lo más rico del proceso, que no sé qué va a pasar después. En pandemia, por ejemplo, hice una serie de collage en blanco y negro. No es que lo pensara, sino que estaba triste y esa era la forma de mostrar mi angustia. Y terminó saliendo esa serie un tanto surrealista y con mucho humor también.
¿Cómo has vivido este tiempo extraño?
Mi taller está en casa, eso fue muy bueno. Es un cuarto con mucha luz y me hizo tan bien meterme en mi lugar y darle una vuelta de tuerca a lo que nos estaba pasando.
¿Cuál es tu rutina de trabajo?
Cuando mi hija se levanta conversamos un rato, a veces compramos pain au chocolat, luego a la tarde sigo trabajando. Me gusta mucho lo social, me junto con gente y después trabajo en el estudio. Puedo estar tres horas que parece que no hago nada y, de pronto, comienzo a hacer eso que venía maquinándose en la cabeza.
¿Qué te caracteriza como persona y artista?
La alegría constante. No significa que esté feliz todo el tiempo sino más bien es una cuestión de agradecer lo que me pasa. Entonces ¿cómo no compartir? Mostrar mi trabajo sin tener miedo. A veces cuando tengo algún intríngulis con la obra la pongo en el living o la cocina, en algún lado visible para que mi familia la vea y me digan qué les parece.
¿Cuáles son los placeres de tu día a día?
Lo primero escuchar música. Me levanto y preparo un té con la vajilla que traje de Inglaterra. Me siento y leo. Ahora mismo estoy con unos cuentos cortos de Mariana Enríquez. Luego empiezo a recortar, reviso trabajos que he venido haciendo…
¿Qué música escuchas?
De clásica muy variada y de jazz me gusta mucho Tony Bennett como intérprete. ¡Es un genio! Mi hijo más grande es músico de jazz y cuando viene a casa a almorzar, toca, a veces lo acompaña su hermano que también toca el piano.
¿Cuánto tardas en producir una obra?
El proceso completo lleva tiempo, pero con lo último de mapas es bastante más rápido, en unas dos semanas puedo terminar. Otras obras más pequeñas donde hay que ir armando pieza a pieza es bastante trabajo y ahí lleva más tiempo. También me ha ocurrido con alguna serie que la dejo unos días en el cajón y después la retomo.
¿En qué país te gustaría vivir?
Con mi marido vivimos en Inglaterra, en la zona de Surrey. La pasamos bárbaro y a parte, los ingleses son muy divertidos. Pero antes habíamos vivido en Holanda, en La Haya. Lo que me gusta de ahí es que es una sociedad más igualitaria, hay diversidad, todos conviven de una manera pacífica. Me gustaría que en Argentina hubiera un poco de esto.
¿Qué otra profesión te habría gustado ejercer?
Durante años estuve haciendo decoraciones, todo lo que ponía estaba hecho con mis manos. No era que lo compraba, sino que hacía floreros, candelabros. No te imaginas la ecuación de lo que ganaba, pero no me importaba. Me entretuve y aprendí mucho también
¿Algo pendiente por hacer?
Me hubiera gustado tener más voluntad para terminar una carrera. Empecé periodismo y no la acabé. Aprender francés, quizás.
¿Qué cualidades valoras en los demás?
Agradecer a la vida y ser consciente de ello. Después, el buen humor y la decencia de las personas me parecen rasgos fundamentales.
Y ¿cuáles detestas?
Cuando la gente se duerme en los laureles. Y que no sonría, una sonrisa es algo hermoso y si te ven sonreír, aunque sea por ese instante, la vida te sonríe también.
¿En qué estás trabajando ahora?
Recortes de mapas antiguos, los he ido cortando en triángulos. Este proyecto tiene más color, después de lo anterior que hice en el 2020. Y sigo con mis ensambles, estos rollitos de recortes de libros que se van uniendo y formando unas especies de corales infinitos.
To Mónica, dancing is the pillar of her life; without it, she claims, she wouldn’t be the artist she is now. She feels that, besides talent, discipline and balance are key elements to imagine new worlds, something that she surely got from dancing.
In the morning, she likes going out for a walk, and that is when she gets the ideas in which she will work later while listening to Brahms, or to Tony Bennett if she chooses jazz.
She values in others the sense of humor and honesty. As a kid, she liked dressing up with clothes that she made herself. Back then, she was already a bold child who was not afraid to show the world her creations. Not only did she manage to show her art, but she also puts her entire body in each collection.
She enjoys working with her hands, and they’re the fine tool she uses to express herself. She uses paper as if it were fabric; she folds it, embroiders it, and she stitches with thread and needle to intervene books. She usually creates without a specific idea in mind and that is exactly what she finds to be most valuable; not knowing where she is going and just letting herself flow with the melody her intuition is playing for her.