“A veces siento que la obra se lleva pedazos de mi cuerpo”
Antes de contestar, María se queda pensando unos segundos. Es una mujer reflexiva que rehúye lo convencional y a la que no le incomoda el silencio. De los años que fue abogada, conserva la perseverancia y de sus conocimientos en astrología, la preocupación por lo humano. Toda esa mezcla la vierte en su trabajo siempre artesanal y que fluctúa entre lo blando y lo duro de los materiales que elige en función de su estado de ánimo.
¿Cómo ha impactado el derecho y la astrología en tu obra?
Creo que todo está amalgamado, no de forma consciente, pero hay una parte de mí seguramente. Ejercí el derecho activamente durante dieciocho años, había mucho mandato familiar en eso. En la rama paterna son todos abogados y luego hay toda una parte artística, mi abuela tocaba el piano, mi padre era íntimo de Piazzola. Mi casa era una mezcla de las dos, había mucho debate humanista y al mismo tiempo circulaban los artistas. En el estudio de abogados nos iba muy bien, pero a los cuarenta tuve una gran crisis porque no estaba disfrutando de lo que hacía. Entonces lo largué todo. No de un día para otro, fue algo pensado.
¿Qué pasó después?
Ahí me puse a estudiar astrología porque me interesa todo lo que tenga que ver con lo humano. Un astrólogo con el que hablaba me dijo sobre mi carta “tenés que construir en la sensibilidad”. En ese momento lo registré, pero no entendí mucho. Luego nos mudamos a Estados Unidos con mi familia y ahí empecé a meterme de lleno con el arte, a hacer grabados. Ese mundo me enloqueció. Supongo que de esa manera está presente el derecho, en mi gran capacidad de trabajo, me gusta mucho concretar, no espero a que me llegue la inspiración, enseguida me pongo manos a la obra.
¿Cómo es tu día a día?
Trabajo casi todos los días en el taller, estoy muchas horas parada metiéndole energía. También tengo ratos que me vienen ideas y las anoto, pero creo que aparecen gracias a que estoy mucho tiempo trabajando.
En tu proceso de creación ¿qué viene primero el formato o la forma?
No lo pienso, pero quizás me decanto por lo suave o lo áspero. En general las esculturas que trabajo son con alambres, hilos y eso me lastima bastante las manos porque no uso guantes, no me gusta. Entonces a veces se vuelve un tema físico, de si tengo ganas de hacer cosas con fuerza, de poner el cuerpo al servicio de este tipo de trabajo. Otras veces trabajo con papel hecho a mano, hago la pulpa y eso es todo agua que, en realidad, son las emociones, es un trabajo más sensible, más blando. La cuestión es saber si estoy dispuesta a encarar algo duro, a luchar con los materiales que se resisten, a lastimarme los dedos o estoy para algo más sensible.
¿De qué forma pones el cuerpo al servicio de la obra?
A veces siento que se llevan pedazos de mi cuerpo, más allá del mensaje o la parte emocional. Por ejemplo, cuando uso hilos y se me lleva uñas, piel, sangre. Las tintas se quedan en las manos varios días. A veces miro la obra y pienso “aquí hay media espalda” porque he estado con cubos de agua pesados. Uno siempre piensa en la parte espiritual de la obra, pero en mi caso, no puedo evitar ver lo físico y el cuerpo.
Cuéntame más de esto que dijiste “mi obra es una línea visual de mi inconsciente. Se me presenta como un mensaje críptico que intento interpretar”
Surge con el mono grabado, yo trabajo mucho con mono copia, hago los papeles hechos a mano y después voy tapando y agregando partes y pongo tinta en una matriz y le voy metiendo hilos, alambres, texturas. Es distinto a dibujar porque cuando lo paso por la prensa siempre hay un factor de sorpresa. Casi nada de lo que yo hago es un trabajo completamente controlado.
También trabajo la tinta con el agua. En este caso se distorsiona y va moviéndose en una forma aleatoria, entonces yo no sé exactamente cómo va a quedar el trabajo. Para mí es muy atractivo y las emociones están ahí de forma simbólica a través del agua.
¿Crees que hay alguna relación entre la pandemia y tu obra?
Creo que desde que surgió todo lo de Internet se ha producido una dicotomía, entre estar juntos y solos al mismo tiempo. En mi obra hay mucho de red, de alambre tejido. Es como que siempre nos estamos tocando en algún lado. Lo que hace uno influye al otro y al mismo tiempo lo ajeno nos afecta. Lo de estar más solos se agudizó con la pandemia. Hay menos contacto personal, menos tocarse. Eso lo extraño mucho porque me gusta abrazar. La pregunta es ¿en qué momentos nos vamos a cruzar? Porque no lo sabemos.
¿De qué forma te ha afectado?
Quizás mi visión está más acotada a lo personal, a un mundo más chiquito: la familia, las amistades, las relaciones. Lo mismo que los pliegues que le hago al papel ¿viste? Las relaciones van teniendo pliegues porque evolucionan y después hay que darles una vuelta de tuerca. Por otro lado, es un tiempo sin tiempo, un plan sin plan, no hay proyección de nada. Lo único que tenemos es lo de hoy
¿Con qué material trabajas más?
El agua ha sido una gran maestra para mí porque si bien se adapta, al mismo tiempo tiene muchísima fuerza, puede destruir, genera electricidad, disuelve, despedaza. Da todo.
¿En qué país te gustaría vivir?
Vivo en Argentina y me gustaría vivir aquí, soy muy arraigada, pero si tuviera que elegir, España sin duda.
¿Qué música escuchas?
Me gusta mucho la música. Es mi gran compañía. Piazzola es mi ídolo. Me gusta la guitarra, el tango, el folklore y también el rock argentino, Charlie García, Cerati.
¿Estás leyendo algo?
Últimamente no, me agarra por épocas, pero me gusta Virginia Woolf, Victoria Ocampo, Benedetti, Cabezón Cámara, Samanta Schweblin.
¿Qué cosas pendientes te quedan por hacer?
No tengo muchos pendientes. En un momento dado y como me gusta cantar estudié canto y di algunos recitales en bares. No tengo una gran voz, pero me gustaba hacerlo. Siempre fantaseaba con la idea y bueno lo hice y ya.
Cuéntame de tu infancia ¿a qué jugabas de niña?
Pasaba largas temporadas en el campo y me gustaban mucho los animales, hacer esculturitas con barro y también tengo la parte varonil, tengo bastante fuerza, me gusta bastante el deporte, corría carreras, hacía atletismo en el colegio, me gusta competir.
¿Qué te gustaría que recordaran de ti?
Mi sentido del humor, de los momentos domésticos en los que nos reímos, siento que es algo que me caracteriza.
Además de la competitividad y el humor ¿qué otro rasgo te caracteriza?
Creo que soy una persona abierta y que no juzga y quizás por eso la gente me confía muchas cosas, porque no me horrorizan las fallas de la gente. Pienso que se puede recurrir a mí para contarme un secreto oscuro y lo voy a aguantar porque me gusta la profundidad, soy más de hueso.
¿Qué preocupaciones sociales te importan más?
La diferencia de oportunidades, no porque crea que tengamos que ser iguales, sino que no haya posibilidad de progresar en todo sentido: educación, espiritual, no es algo que tenga sólo que ver con la economía. Me da mucho asco la corrupción política porque promueve la injusticia y vidas enteras, de alguna manera, se desperdician y es el sistema quien las embrutece.
¿Qué te da miedo?
Vivir separada de mis afectos o si tuviera que exiliarme en otro país, sería durísimo para mí.
¿Qué cualidades aprecias en los demás?
La sinceridad, aunque sea cruda me gusta. Me gusta la gente que sabe escuchar.
Y ¿cuáles detestas?
La frialdad de la gente, la falta de empatía con el otro. La prepotencia también.
Durante la pandemia ¿qué has estado viendo?
Bastantes cosas de performance de Marina Abramovic. Ella se sienta vestida en un museo durante unos días a ver qué es lo que la gente le hace. Uno va y la toca, otro le dibuja un bigote, otro le arranca un pedazo de ropa. Es increíble como expone su cuerpo. Me gusta ver la relación entre el arte y la gente. No algo distante sino cuando se presentan las emociones.
¿En qué estás trabajando ahora?
En varias composiciones con papel hecho a mano y le voy incorporando grabados anteriores y nuevos dibujos. También me gusta plegarlo, darle dimensiones, que no sea una cosa plana. Todo me sirve, lo reciclo. La cuestión es cómo combinarlo. Integrar lo que ha sido descartado porque si se hace bien puede incluir nuestras sombras, las partes oscuras que, en equilibrio, también son necesarias para llevar a cabo los proyectos.
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