“La obra está terminada cuando estoy satisfecha con lo que veo y siento”
Verónica Valenti
¿Qué te gustaba hacer de niña?
A los ocho nos fuimos toda la familia a vivir a Hong Kong. No recuerdo mi vida antes en Mendoza. De chica jugaba a las muñecas, dibujaba y pintaba. Me enamoré de la pintura, pero no sé en qué momento fue.
¿Por qué pintas?
Para expresarme. Me siento atraída por el color y las formas.
¿Qué mujeres te inspiran?
La naturaleza.
¿Qué te caracteriza?
Estar pintando. También creo que soy creativa, divertida y buena escuchando a las personas.
¿Qué te gusta de los demás?
Sobre todo, cuando una persona es consciente de sí misma y tiene una linda energía. Ver cómo piensan, sienten y hacen los demás. Me interesan sus consciencias.
¿Tus pequeños placeres?
Compartir con mis amigos, beber y comer rico, lindos paisajes, bailar, pintar, contemplar.
¿Cómo lidias con la rapidez con la que se mueve todo hoy?
Trato de adaptarme a las velocidades, pero yo tengo otro tempo.
¿Qué legado te gustaría dejar?
Creo que el arte transciende el tiempo y despierta emociones. Dejo mis obras para que el espectador observe y vea qué le pasa con ellas.
Si pudiéramos ver la película de tu trayectoria ¿qué te gustaría encontrar en ella?
Hacer muestras en todo el mundo. Viajar con mi obra. Hice una en Nueva York y otra en París. Pero quiero más.
¿Dónde te gustaría vivir?
En algún lugar donde tenga un gran taller, rodeada de vegetación y enfrente del mar. La inmensidad de la montaña me gusta, pero conecto más con la energía del agua.
¿Qué temas sociales te preocupan?
Una sociedad sin amor.
¿Qué te da miedo?
Lo que está pasando con la guerra ahora: prender el televisor y verla en vivo. Me preocupa que pasen tantas cosas malas a nivel global, la destrucción del planeta y una humanidad inconsciente.
¿En qué pintores te fijas?
Christian Hetzel maneja muy bien el color. Es abstracto y sabe generar atmósferas. También la artista británica, Jenny Saville que es figurativa y expresiva. Me fijo en un montón de pintores que veo en redes.
Si no te hubieras dedicado al arte ¿cómo te expresarías?
Ni idea, tal vez no tendría la necesidad de expresarme.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Voy al taller, arranco con un soporte en blanco. Luego le arrojo pintura y fluyo. La forma en que pinto es “pintura en acción”, se trata de estar presente. Y, en un momento bastante avanzado, la pongo en un atril con luz dirigida en mi casa y ahí veo qué me pasa, si sigo, qué le quiero cambiar.
¿Cómo pintas?
Nunca usé pincel porque es algo diferente cuando se genera un trazo. Lo hago en horizontal con el soporte en el piso. Trabajo desde el aire, vuelco la pintura y voy arrastrándola y moviéndola.
Antes de terminarla ¿la muestras?
Sí, suele estar en un atril en casa y mis amigos la ven. Suelen opinar. Solo colegas. Escuchar sus opiniones me ayuda.
¿Cuándo sabes que la obra está terminada?
Cuando estoy satisfecha y contenta con lo que veo y siento. Es algo intuitivo que pasa por los sentidos. Aunque ese sentir va cambiando así que la pinto por encima cuando me deja de atraer.
Háblame un poco más de la obra…
Oscila entre el paisaje y la abstracción. Es una pintura gestual y emotiva. Tiene mucha textura y línea horizontal. Resulta difícil imaginar un paisaje sin horizonte. La línea te traslada ahí.
¿Está muy presente lo sensorial?
Sí. Hay un instrumento en la sala, me gusta la idea de incorporar sonidos. Por otro lado, la obra se puede tocar y la gente lo hace (con cuidado). Primero pinto y luego lo barnizo porque en Mendoza hay mucha tierra y así se puede limpiar.
¿Cómo es esta muestra?
Tiene un formato diferente al tradicional. Es lúdica, experimental y espiritual. Dejo indicaciones del recorrido por mi estudio para que sea un paseo sensorial donde yo no estoy físicamente. Así se genera un vínculo directo con las obras, pero sin mi influencia. También es participativa: el público pone anotaciones alrededor de algunas obras con lo que cada uno siente. Eso es interesante, que varias personas asocien la obra, que es abstracta, con emociones similares.